jueves, 28 de marzo de 2024

Suelos Agua de lluvia Cómo conservar 100 milímetros

  

Suelos Cómo conservar 100 milímetros de agua de lluvia

Las abundantes precipitaciones registradas en gran parte del país permitieron una recarga de las reservas de agua en el suelo y se presentan como una oportunidad para el sector agropecuario. 

Frente a este escenario, especialistas del INTA y de la Universidad de La Pampa destacan la importancia de gestionar el agua disponible para la próxima campaña a fin de que su consumo sea eficiente y racional.

El cambio en el clima es una variable constante. 

La transformación en el régimen de lluvias y de temperaturas a escala global tienen efectos directos sobre los sistemas agroalimentarios que producen a cielo abierto. 

Los pronósticos estacionales actuales indican altas chances de un evento La Niña que se asocia a una probabilidad de menores lluvias. 

Frente a este escenario, resulta clave que el sector agropecuario implemente prácticas de manejo que mejoren la capacidad de captación y almacenaje de agua en los suelos, tales como rotaciones, fecha y densidad de siembra, control temprano de malezas en rastrojos y cultivos de cobertura y nutrición. 

Para Pablo Mercuri, director del Centro de Investigación de Recursos Naturales (CIRN) del INTA, “el suelo es un reservorio natural capaz de almacenar más de 100 milímetros de agua de lluvia, desde ya según la capacidad de retención de agua útil de cada tipo de suelo, acorde a su composición textural y profundidad”. 

Por esto, es “clave conservar y gestionar el agua en el suelo en los momentos de aporte desde la atmósfera mediante prácticas agronómicas acorde a cada paisaje y ambiente”.    

En esta línea, explicó que “las precipitaciones registradas durante las últimas semanas permitieron una recarga de las reservas de agua en el suelo que, en algunas zonas -incluso- alcanzó la completa saturación del perfil”. 

En este punto consideró “estratégico” planificar y asegurar el inicio de la siembra de fina y planificación de gruesa de primera, acorde a esas reservas. 

De acuerdo con Mercuri, “la conservación del agua en el suelo es prioridad de adaptación a los extremos del clima y hoy es una práctica agronómica que debe tener la máxima atención, igual o mayor a la atención a los pronósticos futuros”. 

En ese sentido, señaló que “estas lluvias, por un lado, aseguran un buen llenado de granos para los cultivos tardíos o de segunda y por otro lado permiten alta producción de materia seca en verdeos, perfilar abundantes reservas de pasturas para invierno y silajes adecuados”.    

De todos modos, reconoció que “el fenómeno climático El Niño presenta una distribución muy heterogénea” y que “aún hay zonas en el oeste y en el centro-norte de Buenos Aires en donde las condiciones se mantienen entre normales a escasas con déficit hídrico” y en otra áreas ambientes bajos anegados. 

  Un objetivo, numerosas estrategias 

Existe una amplia diversidad de estrategias agronómicas que permiten conservar agua de lluvia: “algunas se inician al momento de la cosecha, y ocurren entre campañas” aclara Pablo Mercuri, mientras que otras “son a largo plazo”. 

Entre las que requieren mayor planificación se destaca la sistematización de lotes con terrazas, laboreo contrario a la pendiente, siguiendo curvas de nivel, mejoras en la estructura del suelo para la infiltración del agua, y laboreos que eviten la compactación. 

  De acuerdo con Martín Díaz Zorita -profesor e investigador de la Universidad de La Pampa, el CONICET y vicepresidente del Consejo del CIRN- “el suelo es el elemento que amortigua los momentos de carencia de agua porque permite esperar la próxima lluvia y administrar las plantas durante su crecimiento”.  

En línea con la planificación de la próxima siembra de cultivos de invierno o de verano, recomendó “aprender a gestionar el otoño, es decir, asegurar que ingrese la mayor cantidad de agua posible en el lugar donde ocurre la lluvia”.  

En ese sentido, Díaz Zorita remarcó que “el manejo de coberturas es asegurar condiciones de distribución de rastrojos en el lote para que la gota de agua de lluvia impacte lo menos posible en forma directa en el suelo y, por lo tanto, el proceso de infiltración se dé mayormente en el lugar donde cae, y no que se dé rotura de suelo, planchados, sellado de poros y escurrimiento”.  

“El segundo factor es tratar de cuidar al suelo, porque si el suelo está húmedo, cuando cosechamos estamos en el punto de mayor impacto de compactación o de pérdida de poros, porque estamos generando una presión muy grande y los poros colapsan”, explicó el especialista. 

Entonces, “la segunda observación agronómica en momentos de cosecha con suelo húmedo es evitar el tránsito con equipos muy pesados, es decir, tratar de tener sectores solamente de tránsito de descarga y descarga de los granos, que no cubran todo el lote”, indicó. 

En tercer lugar, Díaz Zorita hizo hincapié en cuidar el agua que ingresa al suelo: 

“La evaporación tiene que ser la menor posible, para lo cual, la cobertura del suelo con rastrojos ayuda; y la transpiración tiene que ser exclusivamente a través de las especies, de los cultivos que cosechamos, que producimos, para lo cual, el manejo del control de malezas tiene que ser lo más temprano posible”, remarcó.  

  De esta manera, se asegura que el consumo de agua que se va a tener va a ir dirigido principalmente hacia los cultivos que se están realizando y que no haya una pérdida por la competencia por las malezas.  

En síntesis, de acuerdo con Díaz Zorita, “hay que tratar que el agua infiltre donde cae, por lo tanto, el sistema poroso tiene que estar lo más preparado posible, y eso es con baja presión de compactaciones, y que el consumo o la competencia por ese recurso se reduzca o sea más eficiente para poder reflejar ese efecto de conservación y de transferencia a la transpiración”.  

¿Por qué es importante que el agua entre verticalmente donde cae? 

El investigador señaló que “el exceso de agua tiende a acumularse en los sectores bajos, donde termina el escurrimiento; entonces cuanto más logro incorporarlo, mejor es, para no terminar en inundación, salinidad por ascenso de napas freáticas y problemas de cosecha”. 

“Se generan muchos riesgos productivos y hacia el ambiente cuando el agua se mueve en superficie, por eso desde lo agronómico, todo lo que podamos hacer en este momento de otoño para que cada gota de agua ingrese donde cae, es valiosísimo”, concluyó Díaz Zorita. 

INTA

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miércoles, 21 de febrero de 2024

Biodiversidad en establecimientos agropecuarios

  

Estudian el estado de la biodiversidad en establecimientos agropecuarios

Realizado en el marco del Proyecto Nacional de Biodiversidad y de la cooperación técnica entre el INTA y la Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (AACREA), este estudio tiene como objetivo conocer el estado base de la biodiversidad de establecimientos agropecuarios de la Región Pampeana con el fin de promover estrategias de manejo productivo para una agricultura más sostenible.

Investigadores del área de Ecología y Gestión Ambiental de la Biodiversidad y otros expertos del Instituto de Recursos Biológicos (IRB) del INTA, comenzaron a realizar monitoreos de biodiversidad en 15 establecimientos agropecuarios que participan de InBioAgro, una nueva iniciativa de AACREA. 

Uno de los objetivos principales del estudio es evaluar indicadores del estado de la biodiversidad y promover estrategias de manejo productivo compatibles con la conservación de funciones y procesos ecológicos necesarios para sistemas productivos más sostenibles en línea con el modelo de Agricultura Regenerativa.

“Esta iniciativa permitirá incorporar una mirada en torno a la valoración de la biodiversidad como parte de la agenda de trabajo de las empresas agropecuarias participantes que son cada vez más conscientes de que conservar la biodiversidad es fundamental para la sostenibilidad de las actividades productivas a largo plazo”, explicó Romina Suárez, responsable del área de Ecología y Gestión Ambiental de la Biodiversidad del IRB.

“El área de Biodiversidad, desde hace 20 años, contribuye con investigaciones en relación al diagnóstico de la biodiversidad bajo distintos tipos de manejos productivos con un enfoque en la ecología y ecotoxicología a escala local y de paisaje”, comentó Suárez. 

“También se ha trabajado fuertemente en la comunicación, acciones de educación ambiental y capacitación de diferentes actores con el fin de concientizar sobre las contribuciones de la biodiversidad para la sostenibilidad de la producción y ofreciendo recomendaciones de manejo compatibles con su conservación”.

En agosto de 2021, los investigadores participaron de un taller junto a productores y asesores miembros de la Red AACREA de la Región Pampeana coordinado por Federico Fritz

“Este encuentro marcó el comienzo de este trabajo conjunto que, sin dudas, impactará positivamente en los sistemas productivos estudiados y el estado de la biodiversidad asociada”, puntualizó la investigadora.

En cada establecimiento, el monitoreo incluye el relevamiento de fauna benéfica como anfibios, aves, artrópodos del suelo y visitantes florales -como abejas nativas y mariposas diurnas-, así como la cobertura y diversidad de flora que son indicadores de calidad ambiental y ofrecen servicios ecosistémicos a la producción como la polinización o el control biológico de plagas, entre otros.

“Estos indicadores son relevados junto a los productores en distintos espacios del establecimiento que poseen potencial para la conservación de biodiversidad”, indicó Suárez. 

En ese sentido, citó como ejemplos de estos espacios de conservación a los remanentes de pastizales naturales con o sin ganadería regenerativa, remanentes de vegetación espontánea semi-natural, cortinas, bordes o vías vegetadas de lotes de cultivos, molinos, taperas, montes con y sin uso apícola, bajos inundables, pajonales, márgenes de canales y arroyos, etc.

Al finalizar las visitas a los establecimientos, los investigadores entregan a los productores el “Manual de Monitoreo Ambiental Rural” del INTA que explica diferentes técnicas y herramientas empleadas en el monitoreo de Biodiversidad.

De acuerdo con los investigadores del IRB, “el monitoreo de estado base se extenderá hasta abril de este año, luego se analizarán los datos obtenidos para determinar el nivel actual de biodiversidad de cada establecimiento y establecer un Plan de Acción de Biodiversidad”.

La elaboración de un Plan de Acción de Biodiversidad consiste en plantearse objetivos de mejora en relación a la preservación, restauración o creación de nuevos espacios de conservación, así como también, aportar mayor conectividad de estos o simplemente evitar acciones de manejo de impacto negativo entorno a los mismos”. 

Estas mejoras, una vez implementadas, seguirán siendo monitoreadas para evaluar su efectividad y los beneficios para la producción”, subrayó Suárez.

El estudio, a su vez, será un gran aporte tanto para las investigaciones realizadas desde los proyectos nacionales y regionales de INTA como para la contribución a los principales lineamientos del plan de mediano plazo de nuestra institución. 

Principalmente, generará información valiosa que será incorporada en la “Guía de Espacios de Conservación” que actualmente se encuentra en construcción en el marco del Proyecto Nacional de Biodiversidad coordinado por Natalia Fraccasi

“Esta guía ofrecerá herramientas conceptuales y prácticas para mejorar el estado de la biodiversidad en los paisajes productivos a distintas escalas para productores, asesores y gestores ambientales”, concluyó la investigadora.

INTA

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