miércoles, 23 de octubre de 2019

Ganadería pampeana - Claves para un rediseño competitivo


Claves para un rediseño competitivo 
de la ganadería pampeana

Desde el INTA, advierten sobre la vulnerabilidad a la que se exponen los sistemas que producen hacienda en una superficie reducida.

Estrategias de manejo y adopción de tecnologías para disminuir el impacto de la carga en los suelos, aumentar la eficiencia en los sistemas de cría y cumplir con la demanda mundial de producción de carne.

Frente a las grandes variaciones y fuerte reordenamiento del sector ganadero en el territorio nacional, los especialistas coinciden en los riesgos de la sobrecarga de los sistemas y en la importancia de adoptar estrategias de manejo y tecnologías para disminuir el impacto.

El análisis del INTA.

Sebastián Maresca –investigador del INTA Cuenca del Salado, Buenos Aires– aseguró que “tras el reordenamiento que sufrió la ganadería nacional en la última década con la expansión de agricultura, en especial de la soja, la Cuenca del Salado se convirtió en la región con mayor concentración de vacas de cría del país, con los índices de procreo y de destete más altos”.

Maresca aseguró que el sector está frente a una situación de alta vulnerabilidad productiva, dado que tiene la misma cantidad de hacienda que en 2008 y se le cedió a la agricultura el doble de superficie.

“Esto genera un incremento de la carga en suelos de menor aptitud”, subrayó.

En un contexto de alta carga y un panorama no muy alentador para intensificación de la cría, Maresca destacó la importancia de mejorar la eficiencia reproductiva de los rodeos de cría para incrementar la producción de carne a escala nacional.

Para esto, ponderó el ajuste de carga y el manejo de un calendario sanitario básico. 

“Con el incremento de la carga en suelos de menor aptitud, la vulnerabilidad de los sistemas ante contingencias climáticas puede ser muy alta”, advirtió Maresca quien recordó que los índices de preñez dependen, en gran medida, de las buenas condiciones climáticas, lo que genera una alta variabilidad de los resultados al tacto.

En esta línea, se refirió a un reciente monitoreo de estado corporal realizado en el INTA Cuenca del Salado que muestra que un 44 % de las vacas de nuestro rodeo llegan flacas al parto.

“El resultado de preñez depende exclusivamente de la posibilidad de que esas vacas ganen peso durante la primavera”, detalló.

Y agregó: “El bajo estado corporal al parto y las consecuentes fallas en la concepción son la principal causa de los bajos índices de destete”. 

Por esta razón, recomendó realizar ajustes en la carga en función de la oferta de forraje que se dispone o bien aumentar la producción de pasto para asegurar el mantenimiento de los vientres.

“Sobran los estudios y la información sobre cómo incrementar la producción y eficiencia de utilización del pastizal natural, además de las alternativas de alimentación invernal con reservas forrajeras, verdeos de invierno y verdeos de verano diferidos”, expuso Maresca.

Para el especialista, otro aspecto básico para resolver son los problemas sanitarios que afectan la fertilidad del rodeo, causan abortos y muerte neonatal de terneros.

En este punto, recordó que la Brucelosis y las Venéreas siguen siendo las principales causas de aborto en rodeos de cría y destacó la importancia de la vacunación y del análisis clínico anual del rodeo.

Con respecto a los puntos críticos para la intensificación de la cría, Maresca aseguró que “a pesar de los avances tecnológicos, la cría sigue siendo una actividad que requiere de un manejo personalizado, especialmente en los meses de parición y servicio, por lo que cualquier proceso de intensificación requiere de una alta demanda de mano de obra calificada”.

En este sentido, indicó que la falta de interés de las nuevas generaciones de vivir y trabajar en el campo como un problema que se agrava y que requiere un replanteo de los sistemas productivos.

“La gran adopción de los silos de autoconsumo para sistemas de recría y terminación es un claro ejemplo de la necesidad de tecnologías que simplifiquen las tareas en el campo”, aseguró.

Por último, se refirió a la actual sequía que sufre la región desde finales del invierno como “una limitante para mantener nuestros índices de procreo”.

“Los rodeos de vacas están comenzando el servicio con una baja condición corporal y se requiere tomar medidas urgentes para evitar bajos índices de preñez y retardos en la concepción”, aseguró.

Sobre este punto, consideró fundamental realizar un diagnóstico de la situación nutricional y aptitud reproductiva de cada rodeo para tomar medias anticipadamente.

“Habrá numerosos casos en los que se requieran tratamientos nutricionales y reproductivos para mantener los índices de preñez en valores óptimos”, reconoció el especialista.

Para Maresca, es claro que estas situaciones de estrés hídrico muestran la vulnerabilidad de los sistemas sobrecargados y con bajo nivel de reservas forrajeras.


Maresca: “El bajo estado corporal al parto y las consecuentes fallas en la concepción 
son la principal causa de los bajos índices de destete”.

Una región de gran potencial

De acuerdo con Maresca, “en los últimos 20 años, el stock de ganado bovino nacional experimentó grandes variaciones, entre otros factores, por el avance de la agricultura, en especial por el cultivo de soja, y la sequía de 2008 que generó la pérdida del 17 % de los bovinos por su liquidación y mortandad”.

“Hoy, el stock de hacienda en la Cuenca del Salado es similar al que alcanzamos en 2008 con casi 5,9 millones de cabezas”, confirmó el técnico quien, a su vez, explicó que “esto se dio a pesar de que la superficie agrícola continuó su crecimiento y alcanzó su máximo en 2012”.

Con respecto a si es posible soportar la carga actual, Maresca aseguró que “la Cuenca, a diferencia de otras regiones del país, tiene un gran potencial para incrementar sus índices de destete y de incrementar la carga”.

Según el técnico, sus condiciones agroecológicas le permiten generar mucho más forraje del que hoy se produce en condiciones sostenibles.

Sin embargo, reconoció que, “en general, el incremento en producción de forraje y adopción de tecnologías básicas no acompaña el aumento de carga”.

INTA


miércoles, 2 de octubre de 2019

Erosión - El 36 % del suelo argentino sufre procesos


El 36 % del suelo argentino sufre procesos de erosión

Un estudio del INTA y del Centro para la Promoción de la Conservación del Suelo y del Agua (PROSA) determinó el avance de los procesos de erosión hídrica y eólica en el último cuarto de siglo.

Este porcentaje representa alrededor de 100 millones de hectáreas en el país, distribuidas en áreas agrícolas de la región húmeda y subhúmeda y, también, en la zona semiárida y árida con bosques nativos y pastizales.

Recomendaciones para minimizar el deterioro.

En el último cuarto de siglo, los procesos de erosión hídrica y eólica avanzaron hasta ocupar un 36 % del territorio nacional, lo que representan 100 millones de hectáreas, distribuidas en áreas agrícolas de la región húmeda y subhúmeda y, también, en la zona semiárida y árida con bosques nativos y pastizales.

El dato surge del Manual de buenas prácticas de manejo y conservación del suelo y del agua en áreas de secano, presentado recientemente por el INTA y el Centro para la Promoción de la Conservación del Suelo y del Agua (PROSA) de la Fundación para la Educación, la Ciencia y la Cultura (FECIC).

Asimismo, el dato cobra mayor relevancia si se lo pone en contexto: solo un 11 % de la superficie del planeta corresponde a suelos con potencial agrícola.

Estimaciones de la Organización para la Alimentación y la Agricultura de las Naciones Unidas (FAO, por sus siglas en inglés) plantean que, en los próximos 20 años, más del 80 % de la expansión de la superficie cultivada se producirá en América Latina y África subsahariana.

“En los próximos años, uno de los desafíos más significativos que afrontará la humanidad es el deterioro de los recursos naturales y, principalmente, el de los suelos cultivados”, vaticinó Roberto Casas, especialista en manejo de los suelos y uno de los editores del libro.

“Estamos perdiendo no solo aquellos suelos que son la base de la producción agropecuaria del país, sino que descuidamos los servicios ecosistémicos que nos prestan”, alertó Casas para quien es importante entender que se trata de un recurso que puede tardar hasta 1.000 años en recuperarse.

El riesgo de que un incremento de la agricultura genere mayor erosión o degradación de suelos es real. 

“Sabemos que, a partir de 1970, los suelos de la región Pampeana sufrieron una extraordinaria transformación debido a la actividad agrícola”, señaló Casas y agregó que “la adopción de tecnología moderna, sumado al desarrollo de nuevas formas de producción, aceleraron los procesos de degradación”.

La transición de un sistema de agricultura con labranza convencional a uno con siembra directa permitió la mejora considerable de los rendimientos y, además, de los niveles de materia orgánica del suelo.


Casas: “Esta tendencia a la realización de un solo cultivo tuvo un impacto desfavorable sobre las funciones del suelo y la sustentabilidad del agroecosistema”.

Sin embargo, en los últimos años se ha producido una simplificación extrema de los sistemas productivos pampeanos y extrapampeanos, con un paulatino reemplazo de las rotaciones tradicionales por el monocultivo.

“Esta tendencia a la realización de un solo cultivo tuvo un impacto desfavorable sobre las funciones del suelo y la sustentabilidad del agroecosistema”, aseguró Casas.

De acuerdo con el especialista, la rotación promedio para la región pampeana se componía de, al menos, tres años de soja de primera, un año de doble cultivo trigo (u otro cereal de invierno), soja y recién al quinto año podía incluir maíz o sorgo.

“En los últimos años, el esquema cambió hacia uno con mayor participación de gramíneas en una rotación de tres años: trigo-soja, maíz y soja de primera”, explicó.

En este sentido, Casas resaltó el protagonismo que están cobrando los cultivos de cobertura en las rotaciones agrícolas, “se sumaron 338.200 hectáreas a escala nacional de cultivos que protegen el suelo y brindan servicios ecosistémicos”.

El territorio argentino alberga una delicada diversidad de tierras. 

Por esto, el problema de la erosión no es solo por las pendientes de los suelos, sino por las lluvias: las mayores intensidades (es decir, la cantidad de agua caída en un lapso determinado) y frecuencias marcan la diferencia y pueden hacer que el problema cambie de categoría –leve, moderado o severo–.


El territorio argentino alberga una delicada diversidad de tierras.

“Determinar el riesgo de erosión es fundamental para la conservación de los recursos, sobre todo porque la pérdida de unos pocos centímetros de suelo puede impactar de manera irreversible en el potencial productivo de los cultivos”, destacó Casas.

En ese contexto, la fórmula para una producción más sustentable es una agricultura que proteja y aproveche mejor los recursos.

“La sistematización de los lotes con terrazas es una estrategia sustentable y está comprobado que reduce hasta un 90 % la erosión”, señaló Casas y agregó:

“Se estima que la superficie sistematizada con terrazas para control de erosión es de 940.000 hectáreas, mientras que 265.000 están protegidas por sistemas de cultivo en contorno”.

Para Casas, la presión que se ejerce sobre el suelo está llegando a límites críticos y, lejos de revertirse, tenderá a agravarse.

Por esto, junto con 208 referentes y especialistas en conservación del suelo y del agua en las distintas regiones y sistemas productivos del país compilaron en un libro las prácticas más importantes para evitar el avance del deterioro.


La fórmula para una producción más sustentable es una agricultura que proteja 
y aproveche mejor los recursos.

“Esto pone en evidencia que existen tecnologías probadas en cada una de las regiones para producir de manera sustentable”, analizó Francisco Damiano, especialista del INTA y editor del libro.

“Pudimos sintetizar 214 buenas prácticas”, indicó Damiano y añadió:

“En función de su distribución en el territorio y su importancia estratégica, las prácticas están agrupadas en control de erosión, siembra directa, fertilización, gestión de pastizales, sistemas silvopastoriles, manejo de áreas deprimidas y mallines, cosecha de agua y control de salinidad y sodicidad”.

En los últimos años, el riesgo de erosión aumentó considerablemente debido al incremento de lluvias extremas, la disminución de la cobertura vegetal por la simplificación de los sistemas de producción y las malas prácticas de manejo, como la siembra a favor de la pendiente.

En este sentido, Casas advirtió que “la conservación del suelo constituye un deber inexcusable, ya que se trata de un recurso natural estratégico para la Nación”.


Casas: “La sistematización de los lotes con terrazas es una estrategia sustentable 
y está comprobado que reduce hasta un 90 % la erosión”.

INTA